Con la llegada de la peste bubónica a Menorca, el rey Carlos III, ordenó en 1793 la construcción del Lazareto, diseñado como un complejo sanitario para la cuarentena de los enfermos. Anteriormente, los británicos habían construido un recinto similar en la isla de la Cuarentena. Entró en funcionamiento en 1817 y dejó de operar como lazareto a finales del siglo XIX, siendo reutilizado posteriormente para congresos y reuniones. Declarado Bien de Interés Cultural en 1993, el Lazareto se encuentra en un enclave privilegiado en el centro del puerto de Mahón, preservando su riqueza histórica y arquitectónica.